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Baratometrajes 2.0. Reflexiones sobre el cine made in Spain

El jueves pasado estuve en Ámbito Cultural de Callao en el ciclo «Protagonistas de la Cultura» en el que cuatro productores todoterreno contaron en primera persona cuál es la situación del cine español, cómo es la aventura de hacer una película y qué opinan de la industria. Moderados por Begoña Minguito, a la mesa se sentaron Tina Olivares, Borja Echevarría, Jorge Naranjo y Daniel San Román. Todos ellos han escrito, dirigido y producido algún largo (aparte de cortometrajes, videoclips, guiones para series de TV…) y todos a su vez tienen una presencia notable en el documental Baratometrajes 2.0 (Dani San Román lo produce y dirige junto a Hugo Serra). 

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Después de escucharles hablar, una chica del público aludió a que la charla había girado más en torno al dinero que a la cultura o el arte. Quizá tuviera razón, pero lo cierto es que cada uno de los invitados estaba allí en calidad de productor y es una función que ha recaído en todos como una obligación, dado que sus películas no han sido subvencionadas de ninguna manera.

Yo defiendo con uñas y dientes el cine hecho en España, pero me enfada el «cine español». ¿Parece lo mismo? No lo es. El cine que se está haciendo en España poco o nada tiene que ver con la trasnochada imagen que proyectan las películas que sí llegan al público generalista, que tienen dinero público y privado o que obedecen al gusto de los empresarios de Tele5 o Intereconomía por ejemplo… Recupero en este punto las palabras del blog CeComunica de Cutfilms sobre Almodóvar:

«Porque a Almodóvar sí le otorgan gustosamente todas las subvenciones públicas, cuando no solo no le hacen falta, sino que podría solicitar financiación privada y ningún empresario se negaría a dársela.»

Esta idea que expuso el genial Borja Echevarría en el coloquio, explica un poco por qué siento cierta aversión al director manchego. En mi opinión su cine tuvo mucho sentido y sobradas razones para ser venerado cuando en España hacía falta ese tipo de transgresión y subversión. Películas mal hechas pero que transpiraban una frescura espontánea y eran un revulsivo a la mentalidad cerril de toda una generación. Ahora Almodóvar se ha convertido en una caricatura de sí mismo, en un pretendido y pretencioso «genio» que, desde mi punto de vista, se quedó a las puertas de serlo. Salvo alguna excepción, sus personajes adolecen de un aire trasnochado y de una vulgaridad tan buscada y estudiada, que no consiguen ser creíbles. El chovinismo gratuito encumbra a este director en lo más alto del cine patrio, qué pena. Y es que, la mayoría de los jóvenes y muchos mayores están hartos de clichés sobre España y demandan otra cosa en la gran pantalla. Puede que ese aspecto «sucio» de nuestro país sea lo que tanto gusta en el extranjero pero mucho me temo que hablar del «universo Almodóvar» es hacerlo de unos estereotipos superados por nuestra generación gracias a Dios, pero muy exóticos para los americanos, por ejemplo. No obstante, negar que tiene talento sería faltar a la verdad. La dirección artística es sublime en sus películas y el gusto estético es genial por rebasar el límite de lo kitsch. Pero lo siento, ver a Penélope Cruz (una de las actrices más sobrevaloradas de la historia, todo sea dicho) haciendo pis no es transgresor, ni simbólico, ni innovador. Solo es vulgar.

Pero vuelvo al tema central, la mayor parte del talento en nuestro país se está moviendo fuera de los cauces tradicionales de distribución. Esto quiere decir que muchos realizadores ni siquiera intentan colocar sus películas en los canales habituales porque saben que es imposible que en España alguien apueste por algo diferente. El caso del cortometraje ya es un tema aparte, tan ninguneado que incluso en la Gala de los Premios Goya se permitieron hacer un chiste fácil cuando llegó la hora de premiarlo ¡¡Y eso que la única representación española que hubo este año en los Oscar fue la del corto Aquel no era yo!! La grata sorpresa ha sido que la maravillosa Stockholm llegara a las salas, que tuviera presencia en los Goya y que el DVD se agote continuamente en numerosos puntos de venta. Eso sí es una proeza en cuanto a labor de producción se refiere. Como las que llevan a cabo los outsiders del cine español, esos a los que podemos escuchar y conocer en Baratometrajes 2.0, algunos de los cuales se sentaron a contarnos su experiencia en Ámbito Cultural el pasado jueves.

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Todos coinciden en que embarcarse a hacer una película sabiendo que todos los procesos van a recaer en una sola persona es una locura, todos dicen que no volverían a hacerlo de forma tan impulsiva pero todos saben que el cine es su pasión, y que las pasiones no se eligen. Yo apuesto por ellos, por los que de verdad están innovando en cuanto a líneas argumentales, tramas y técnicas narrativas, los que están haciendo cine calidad con pocos recursos, los que están apartados y excluidos (voluntaria o involuntariamente) de las salas.

El documental Baratometrajes 2.0 profundiza en los creadores independientes, las producciones al margen de la industria en España, los canales de distribución que ofrecen nuevas posibilidades y que satisfacen la demanda de un público nuevo, digital, acostumbrado a buscar nuevos contenidos en la red. Por eso Baratometrajes 2.0 también habla de futuro, intenta trazar las líneas del camino que seguirá el cine a partir de las reflexiones de sus protagonistas, los cineastas. Este viernes 4 de Abril se estrena en varias plataformas a la vez y durante los días 4, 5 y 6 se puede ver en la Cineteca del Matadero de Madrid en pantalla grande. Si tienen la oportunidad, no se lo pierdan. Les puedo asegurar que es absolutamente inspirador.

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