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Amar y odiar a Alyssa. Y necesitarla

Una de las sorpresas que me ha traído Netflix este año es la serie The end of the fucking world (2017). Creo que asistimos a la edad de oro de las series y llevo un tiempo consumiendo obras de mucha calidad, pero esta ha captado mi atención, sobre todo, por el personaje femenino protagonista, Alyssa (interpretado por Jessica Barden). En esta reformulación postmoderna de Bonnie and Clyde, Alyssa no solo es adorable e insoportable al mismo tiempo, es hoy necesaria.

Aunque su compañero masculino o partner in crime, James (Alex Lawther), es quien arranca la trama, el personaje de Alyssa es el motor de cada acción y quien reivindica sin caer en lugares comunes ni en discursos pretenciosos el empoderamiento femenino. Es difícil pasar por alto la naturalidad con la que le viene la regla en medio de ninguna parte y sin disponer de tampones, ni compresas, ni dinero. Cómo se aleja de estereotipos y la vemos comiendo, engullendo y disfrutando de su glotonería sin estereotipar. O cómo es ella la que, en dos ocasiones, se niega a practicar sexo en el último momento y cómo los chicos respetan su decisión. Porque no es no. Y quien se pasa de la ralla acaba en el hoyo.

También sus looks son maravillosos porque acompañan su arco de transformación personal. Añade y se desprende de ciertas prendas y cambia su color de pelo según avanza la narración y le van sucediendo acontecimientos que cambian su forma de ser-en-el-mundo y, por tanto, su aspecto.

No diré que la serie, disponible en Netflix, ofrezca algo original porque cada escena la hemos visto antes. Hemos contemplado a James y Alyssa en Pulp Fiction (1994), en Submarine (2010), en Dexter (2006-2013) o, como mencionaba al principio, en la historia de los prófugos Bonnie and Clyde. Con otros rostros, en otras circunstancias y en otro tiempo. Sin embargo, la suma de todo ello en la serie ha dado como resultado una combinación ganadora.

Tampoco negaré que decepciona conocer en profundidad a los personajes y asistir con cierto pesar al desvanecimiento de sus máscaras, tras las que solo se esconden dos adolescentes inadaptados y problemáticos, con sus miedos e inseguridades. Como todos, solo que elevando hasta el absurdo cada planteamiento y haciendo de cada secuencia algo esperpéntico que engancha. Y esa fascinación la provoca, en un 90%, Alyssa. Queremos más personajes femeninos de ficción así. O más ficciones con personajes femeninos como ella.